Mira este vídeo muy atentamente. En él hay dos grupos de chicas, unas con camiseta negra y otras con camiseta blanca, que se pasan una pelota. Presta mucha atención al equipo blanco y cuenta el número de pases que hacen. NO leas el resto de la entrada antes de ver el vídeo (pon el vídeo grande, pinchando en el símbolo que viene abajo a la derecha en la caja del vídeo):


Estoy segura de que tienes los ojos abiertos de par en par (con perdón de Amenábar), la boca abierta y las palabras que hay ahora mismo en tu cabeza son: “¡No me lo puedo creer!”. Si no has visto al “intruso” porque te estarás diciendo: “¡No me puedo creer que no lo haya visto!”, y si lo has visto, porque te estarás diciendo: “¡No me puedo creer que otras personas no lo vean!”. Lo cierto, es que este vídeo es una divertida prueba de que no vemos todo lo que hay en nuestro ambiente, y que si centramos nuestra atención con fuerza en algo, otras cosas (por muy obvias que sean) pueden pasarnos totalmente desapercibidas o inatendidas. Este error, llamado Ceguera por Falta de Atención, nos hace ser “ciegos” a aquellas cosas a las que no hemos prestado atención. Si no les hemos prestado atención, no las hemos visto, y si no las hemos visto, no las recordaremos más adelante (a más de un profesor le recordará a sus alumnos). La Ceguera por Falta de Atención puede provocar errores de consecuencias terribles, como falsas acusaciones en un juicio, o acusar a testigos de querer callarse información, discusiones de pareja (porque cada uno cree haber visto una cosa distinta), accidentes, errores de interpretación y un largo etcétera. El estudio que mejor ha demostrado la Ceguera por Falta de Atención es este test del Gorila Invisible, que fue realizado por Daniel Simons, de la Universidad de Illinois y Christopher Chabris, de la Universidad de Havard en 1999, y que ha recibido numerosos premios y reconocimientos. 
Ahora que nos hemos reído y sorprendido, sentémonos a pensar un poco. La próxima vez que aseguremos que las cosas son como nosotros las hemos visto recordemos al gorila. Quizá el mundo no es exactamente como lo vemos, quizá somos ciegos a multitud de aspectos y detalles. Si la mitad de la gente no ve un gorila, pensemos en claves más sutiles, como los gestos o posturas que transmiten el estado emocional de alguien que tenemos delante y con el que compartimos la casa o nuestro lugar de trabajo. Probablemente sería un buen ejercicio abrir, de vez en cuando, nuestro foco de atención, estar más atentos a lo que hay, sea lo que sea, y percibirlo tal como es, intentando no poner nuestras ideas preconcebidas por delante. Quizá descubramos ese “gorila” que había en nuestras vidas y que no podíamos ver. Quizá seamos un poco más humildes y comprensivos.
Para saber más: 

Share This