Julia baila en la piscina. Sin que Julia se mueva, sólo con verla parada, de pie, mientras escucha una conversación o mira algo distraídamente, su postura, la posición de sus piernas, su forma de estar emiten un mensaje: “Soy bailarina”. Y es que Julia, a pesar de tener sólo trece años, tiene claro qué quiere ser de mayor. Julia comenzó a bailar con sólo tres años, en una Academia de Danza. Muchas niñas van a alguna Academia de Danza durante un tiempo, normalmente con algo más de edad, la mayoría lo dejan. Pero al contrario que la mayoría de esas niñas, Julia continuó y persistió, y desde que tiene ocho años pasó a estudiar Danza en el Conservatorio. Después siguió sus pasos su hermana Salomé, que ahora con 11 años empezará a estudiar el último año de Grado Elemental en el Conservatorio de Danza. 
Julia y su hermana Salomé se levantan a las 7 de la mañana para ir al Instituto, acuden a clase, llegan a casa y comen muy deprisa, porque siguen sus clases en el Conservatorio. El horario en el Grado Medio es más intenso que en el Grado Elemental, y el horario de Julia en el curso pasado fue: los lunes tres horas de clase de 18:30 a 21:30, los martes de 16:30 a 21:00, los miércoles de 17:30 a 21:30, y los viernes de 16:30 a 19:00. El año pasado descansaba los jueves por la tarde, pero este año tendrá más horas de clase y ya no habrá ninguna tarde de descanso. Cuando, después de este horario tan intenso, Julia llega a casa, muchas veces hacia las 22:00 h., tiene que cenar y hacer los deberes para el día siguiente. Aún así, y a pesar de las dificultades por conseguir las Convalidaciones que el Ministerio le reconoce, Julia saca buenas notas. 
No es de extrañar que no todos los niños, ni todas las madres, estén dispuestos a este sacrificio tan enorme. Ken Robinson, en su libro “El Elemento”, cuya lectura recomiendo y subrayo como fundamental, comenta una anécdota personal. Había acudido al concierto de un grupo de rock en el que tocaba su hermano. El teclista era muy bueno, al acabar el concierto le dijo que ese día había tocado especialmente bien y que le encantaría poder tocar como él. Su amigo le contestó: “No, no te gustaría”. Ken insistió en que sí, que le gustaría mucho, mientras su amigo le seguía diciendo que no era verdad. Finalmente le explicó que si realmente le gustara lo estaría haciendo, que él tocaba cada día de tres a cuatro horas, aparte el tiempo del concierto, y que eso lo llevaba haciendo desde que tenía siete años. De repente, la idea de tocar un teclado no le pareció tan atractiva a Ken Robinson, y le preguntó cómo podía tener tanta autodisciplina: “Porque me encanta hacerlo, no me puedo imaginar haciendo otra cosa”. 
Esa pasión es la que tienen Julia y Salomé, apoyadas por el esfuerzo y la ayuda de sus padres, que hacen todo lo posible porque puedan realizar su sueño. Tener un sueño, una pasión, que algo se te dé bien, estar dotado para algo, no significa que el trabajo y el esfuerzo queden a un lado. Tener una habilidad, una capacidad, un talento, es dónde comienza el trabajo, la autodisciplina, el esfuerzo, la lucha… Porque sin estos últimos ingredientes, el talento se pierde y desaparece.
Desde luego que su esfuerzo, y el de sus padres, sería un poco menor si hubiera más Centros Integrados, es decir, centros en los que se imparten enseñanzas de Primaria y Secundaria junto con estudios de Grado Elemental y Medio de Música y Danza. Esos centros permiten tener un espacio vigilado para los instrumentos, adaptación de las fechas de exámenes para evitar coinciencias, facilidad de tramitación de convalidaciones de asignaturas y, sobre todo, la ventaja de poder realizar todos los estudios en el mismo centro, con una mejor adaptación de los horarios, lo que deja más tiempo libre al estudiante. Curiosamente, los pocos Centros Integrados que existen en España demuestran que los alumnos tienen mejores resultados también en las asignaturas que no son musicales. 
Aunque la Ley Orgánica 2/2006 establece en el artículo 47 que “las Administraciones Educativas podrán adoptar las oportunas medidas de organización y de ordenación académica, que incluirán entre otras, las convalidaciones y la creación de centros integrados, con el objeto de facilitar al alumnado la posibilidad de cursar simultáneamente las enseñanzas artísticas profesionales y la Educación Secundaria” , lo cierto es que sólo existen cinco Centros Integrados en toda España (si me equivoco, por favor, corregirme): En Madrid, el Centro Integrado de Enseñanzas Artísticas de Música y Educación Primaria y Secundaria de San Lorenzo de El Escorial, que fue creado en 2003 (anterior a esta L.O.), y el Centro Integrado de Enseñanzas Artísticas de Música y Educación Secundaria “Federico Moreno Torroba”, que fue creado en 2006. En Cataluña el C.I. Oriol Martirell de Barcelona. En la Comunidad Valenciana el IES Barrio del Carmen, en Valencia, y otro C.I. En Llíria (Valencia). Ningún otro C.I. en ninguna otra Comunidad, tampoco la andaluza. 
¿Qué ocurrirá en los próximos años? Que, lógicamente, dada la crisis actual, y los recortes que está habiendo en Educación, podemos imaginar que no va a haber creación de nuevos Centros Integrados, y que aquellos muchachos y muchachas que, como Julia y Salomé, quieran estudiar Música o Danza tendrán que seguir haciendo un esfuerzo enorme para combinar sus horarios. Cuando hay crisis los gobiernos reducen sus gastos a lo que consideran más importante, y en todos los países (tal y como denuncia el mencionado Ken Robinson), existe una categoría en las materias de estudio: las asignaturas más importantes son Lengua, Matemáticas y Ciencias. Una segunda categoría de asignaturas medianamente importantes son Historia, Humanidades, Geografía… En una tercera categoría entran las “marías”, Educación Física (de la que hablaremos otro día), Música y Artes Plásticas. Dentro del Arte también hay categorías, se considera más importante Dibujo o Pintura, que Música, o Danza, esta última es aún menos “importante”. Pero, ¿qué ocurriría si redujéramos nuestros esfuerzos educativos y nuestras expresiones a solamente las que pertenecen a esas materias “importantes”? Tendríamos un mundo de Gramáticos, Científicos y Matemáticos, preciso y exacto, pero sin música, sin historia, sin decoración, sin baile, sin colores, sin poesía, sin dibujos… ¿Lo podemos imaginar? A mí me da escalofríos. 
… Estamos en crisis, sí, pero lo peor no es la crisis económica, sino la crisis de cerebros, de voluntades, de imaginación, de creatividad, de esfuerzos y de ética, que se viene padeciendo desde muchos años antes de que apareciera la crisis económica. Y para no ser yo quien lo diga, recuerdo lo que dijo Albert Einstein sobre las crisis, alguien que no sólo fue un gran científico, sino que tenía amplia y profunda experiencia en crisis personales y globales y en cómo superarlas: 
“No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo.
La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar ‘superado’. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones.
La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia.
El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. 
Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia.
Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo.
En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla.”
Amén.
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