Te sientas con ganas a hacer tu meditación. Escoges tu meditación guiada, la pones en tu móvil, y empiezas. Y, de repente, es como si no supieras respirar. La respiración se acelera, se bloquea, se esfuerza, se desincroniza y desestabiliza. Es una experiencia desagradable. ¿Qué es lo que está ocurriendo? ¿Estoy haciendo algo mal? Quizá sea sólo hoy, piensas. Pero al día siguiente, y al otro, y al otro se repite esta experiencia. Con el tiempo desaparece, y todo fluye como deseas. ¡Qué bendición! Pero como la constancia es difícil, es probable que durante una época, como «ahora estoy tan bien», dejes la práctica de la meditación. Y entonces vuelve el estrés y la tensión, el miedo, la angustia, la tristeza, los pensamientos negativos. Quizá no inmediatamente, quizá al cabo de unos días, o unas semanas, o unos meses. Depende de la persona y de las circunstancias. Pero ya sabes lo que tienes que hacer, lo has logrado antes. Así que te pones manos a la obra de nuevo. Retomas la meditación, y esperas retomarla donde la dejaste. Pero eso no ocurre. La respiración vuelve a bloquearse, otra vez, como si no hubieras meditado en el pasado.
¿Por qué se bloquea? ¿Qué puedes hacer? En el vídeo explico porqué ocurre esto, y qué dos estrategias puedes utilizar para estabilizar la respiración y que fluya con suavidad. Prueba con las dos. Comparte tu experiencia.
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