Recientemente me han hecho en el blog, varias personas y en varias entradas diferentes, la misma pregunta. “Si observo las emociones, sin rechazarlas, pero sin alimentarlas, ¿qué pasa con el desahogo?” Es una muy buena pregunta que merece otra entrada para explicar qué es el desahogo y para qué sirve. 
     Para empezar la palabra ‘desahogo’ tiene varios significados. El primero de ellos (voy a dejar de lado un tercer significado que se refiere a la comodidad económica, como en la frase ‘vivir con desahogo’), al que nos referimos la mayoría de las veces, es el de (según el DRAE) ‘alivio de una pena o aflicción’. Desde ese punto de vista una emoción nos está ahogando —lo que algunas veces puede ser bastante cierto, puesto que las emociones se sienten en el cuerpo y algunas presionan el pecho y acortan la respiración— y la disminución o desaparición de ese malestar emocional supone un desahogo. Teniendo en cuenta ese significado al observar las emociones, sin identificarnos con ellas, siendo la Conciencia que observa, sin rechazar, sin perseguir ni alimentar, veremos que las emociones se pasarán, en la mayoría de los casos, con bastante rapidez, dejándonos respirar libremente, otra vez. La naturaleza de las emociones y de los pensamientos es pasajera, volátil. Van y vienen. No nos sentimos un día igual que otro, no tenemos las mismas emociones ni pensamientos a los 6 años que a los 20, que a los 50 que a los 80… A menudo duran más porque nos aferramos a ellas, porque las alimentamos, las perseguimos. Pero si no lo hacemos van y vienen durante un tiempo y se terminan marchando, dejándonos con ‘desahogo’. (Consulta la entrada ‘Observa tu Mente’: http://linkcerebromente.blogspot.com.es/2015/02/observa-tu-mente.html).
     La palabra desahogo tiene, además, otro significado y es el de (otra vez según el DRAE) ‘manifestación violenta de un estado de ánimo’. A menudo me he encontrado en la consulta con personas que tienen problemas para regular sus emociones, por ejemplo, la rabia, y que creen que deben expresarla libremente, para desahogarse, porque si la reprimen sería malo para ellas. Desde luego no tienen en cuenta que cuando desahogas la rabia de esa forma también es ‘malo’ para los demás. Parece que actúan de una forma muy egoísta, ‘los demás, que se apañen’, no dándose cuenta de que así comienzan muchos conflictos, así comienzan muchas guerras. Pero, en realidad, no es egoísmo es inconsciencia. Por un lado creen firmemente que el desahogo de la rabia es importante y, por otro, no saben cómo regular esa emoción que es tan rápida. ¿Qué hacer entonces? ¿Si no suelto mi rabia la reprimo? No. La observas. Tú no eres la rabia, eres mucho más grande que tu rabia, eres la Conciencia que tiene la capacidad de observar la rabia. No gritas, no golpeas, no pegas, no insultas, no humillas… Te callas y observas tu rabia hasta que ésta ha cedido. Y cuando tu ánimo esté sereno y tranquilo tomas las decisiones que tengas que tomar, que a veces hay que tomarlas. No es fácil de hacer, y eso sería tema de otra entrada. La rabia es una emoción muy rápida y quizá la más difícil de regular. Pero haciéndolo de esta forma no se reprime porque desaparece.
     Quizá dentro de este último significado, si eliminamos la palabra ‘violenta’ y dejamos ‘manifestación de un estado de ánimo’ es como muchas veces entendemos la palabra desahogo, especialmente las mujeres. Tenemos alguna cadena emoción-pensamiento que se repite y se repite en nuestra cabeza y a la que alimentamos constantemente y buscamos hablarlo con alguien, con nuestra pareja, un familiar o una amiga para ‘desahogarnos’. Esta estrategia puede funcionar y no funcionar. Según. 
     Funciona si tu interlocutor es una persona que escucha, que no reacciona emocionalmente, que no te bloquea o te corta dándote ‘soluciones’ que quizá ya conocías tú, diciéndote lo que tienes que hacer o, peor aún, rechazando lo que sientes y diciéndote ‘a ti lo que te pasa es tal cosa’ o ‘no deberías sentirte así’. Si tu interlocutor genera el espacio de escucha y respeto, al expresar lo que sientes notarás que eres escuchada, notarás que —por decirlo así— existes en el espacio de la otra persona, notarás conexión. Y esa conexión cura, sana. A menudo tu interlocutor no tendrá que decir nada, sólo escuchar, plena, abiertamente, eso será suficiente. Y al hacerlo así, al poder expresar tus emociones y pensamientos puede ocurrir que conectes, al verbalizar lo que te ocurre, tu hemisferio derecho —más emocional y negativo— y el izquierdo —más lógico y positivo—, y tú misma adquieras una distancia, una capacidad de observación y es esa observación, junto con la conexión, lo que te permite sentirte mejor y más aliviada. 
     El desahogo no será tal, no funcionará, si tu interlocutor se cierra, si rechaza tus emociones, las califica de no adecuadas, no correctas, o equivocadas, si te dice que no sabes lo que te pasa, que en realidad es otra cosa, o si se enfada contigo y reacciona emocionalmente. Entonces tu emoción subirá más y te sentirás aún peor, porque te sentirás, ahora además, aislada e incomprendida. 
     El desahogo tampoco funcionará si no logras, al hablar, esa distancia contigo misma, esa capacidad de observación, si lo expresas hiper-cargada de emocionalidad, si representas la emoción, si te dejas, otra vez llevar por tu mente. Si, además, repites esa misma escena, con varias personas, varias veces, será aún peor. Entonces lo que ocurre es que los trazos neuronales de la emoción se hacen cada vez más fuertes, no disminuyen, no hay desahogo, hay cada vez más ahogo. Como una canción que cada vez que cantas te la aprendes mejor, una emoción cada vez que se repite se hace más fuerte.
     Y, por supuesto, el desahogo tampoco funcionará si lo que buscas es que la otra persona te diga que tienes razón, que estás en lo cierto. Si es eso lo que buscas, significa que te has identificado con la emoción, con tus pensamientos, con tu mente, con tu ego. Al ego le encanta tener razón. Entonces otra persona te la da y te sientes a gusto, comprendida, afirmada en tu lógica y en tu verdad. De momento funciona, porque te ves fortalecida, pero tu emoción también. A la larga cada vez va siendo más fuerte, cada vez te sientes peor. 
     Finalmente hay, además, un aspecto cultural del desahogo. En una cultura como la española, latina, o mediterránea, el hablar con los demás de nuestras emociones y también expresarlas en muchas situaciones es algo normal y se ve como deseable, porque estamos condicionados a verlo así. En otras culturas más nórdicas o en la japonesa, por ejemplo, se vería como una falta de regulación emocional y una falta de respeto por la otra persona, porque invadimos su espacio con nuestras emociones. Observa esas diferencias culturales teniendo claro que no hay mejor ni peor, malo ni bueno. Son hábitos y condicionamientos. Mientras sean inconscientes pueden hacernos sus esclavos. Pongamos la conciencia sobre ellos y seremos libres. 
     ¿Quieres liberarte de esas emociones que te ahogan? Acepta que están ahí, acepta que las sientes, obsérvalas, míralas, no las rechaces diciéndote ‘no quiero sentir esto’, tampoco las persigas, tampoco las alimentes con más pensamientos repetidos, recuerdos o imágenes. Sólo observa. Se terminarán yendo y te sentirás libre. Tú no eres tus emociones. Tú eres un Ser mucho más grande, mucho más maravilloso de lo que nunca has imaginado. Tú puedes observar tus emociones, son importantes, pero son eventos de tu mente, que es un instrumento muy útil, pero es tu instrumento. Tú eres, o deberías ser, su amo, no su esclavo. Líberate. Descubre el Ser tan extraordinario que Eres. 
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