Me tumbo y cierro los ojos.
Siento la tierra caliente bajo mi cuerpo, el sol calentar mi piel.
Respiro.
Observo el espacio entre mis respiraciones.
Observo el Silencio de las montañas.
Observo el espacio entre mis pensamientos, el Silencio de la Mente.
Inspiro. Entra el aire en mis pulmones y en mi cuerpo.
El espacio de ‘fuera’ se funde con el espacio de ‘dentro’.
Espiro. Suelto el aire.
El espacio de ‘dentro’ se funde con el espacio de ‘fuera’.
Ya no hay dentro ni fuera.
Desaparezco.
Desaparece mi cuerpo en la tierra que lo acoge, en las montañas, en el espacio.
Sólo Conciencia. Sólo Ser. Sólo ‘Eso’.
Sin forma, porque cobija todas las formas.
Sin límites, porque contiene todas las diferencias.
Sin voz, en silencio, porque contiene todos los posibles sonidos.
Vacío, pleno en sí mismo, Fuente de toda forma de Vida.
Abro los ojos. Veo la luz, las montañas, los árboles, las piedras, la hierba.
Siento su fuerza y su Ser. Están vivos, intensamente vivos. Puedo sentir su Vida.
No puedo si no respetarlos, venerarlos, amarlos.
¿Cómo no voy a hacerlo si son Yo, si también son ‘Eso’?
No hay normas, ni reglas, ni imposiciones.
Sólo Amor y Veneración que surgen como una fuente serena desde el corazón.
Descubro que el espacio entre los pensamientos es enorme como el cielo azul.
Me parecía que estaba lleno de pensamientos porque era lo que miraba.
Me centraba en el árbol, veía el árbol.
Me centraba en la hierba, veía la hierba.
Me centraba en el pensamiento, veía el pensamiento.
Me centraba en el objeto, veía el objeto.
Me centro en el espacio, veo el espacio.
Me centro en el silencio, escucho el silencio.
Me centro en el espacio entre los pensamientos y descubro que la mente es espacio… y que está vacía.
Camino despacio el camino de regreso.
El suelo sujeta mis pies.
El aire sigue entrando en mis pulmones.
Muy profundo y poético. Somos eso Naturaleza que se funde con nuestro Espacio interior formando un Todo indivisible, sólo separado por nuestra inconsciencia.