Einstein es un personaje muy nombrado en los textos de Psicología, su creatividad, su ingenio, su excentricidad, su inteligencia, y los estudios de su cerebro, le han convertido en un tema preferido por muchos autores. 
Una de las cosas que tenía Einstein era que le gustaba tocar el violín, instrumento que su madre le enseñó a tocar cuando era niño y que nunca abandonó. Cuando estaba atascado con algún problema cogía su violín, tocando en su casa o en su cocina, a veces día y noche, hasta que de repente, en la mitad de su interpretación exclamaba “¡Lo tengo!” y solucionaba el problema. 
Esta es una de las formas del proceso creativo. Primero se acumula información, luego se trabaja el problema y la persona se sumerje en el trabajo. Después viene una fase de “reposo”, durante la que la persona “incuba” la solución. 
Lo que hacía Einstein era utilizar el violín para ayudar a ese proceso de incubación, lo que le ponía en un modo más dominado por su hemisferio derecho y le permitía llegar a ese momento “Eureka”, o momento “ajá”, como dicen en inglés. La solución parece venir de la nada… bueno, no es exactamente así, no viene precisamente de la nada… pero ya hablaremos de eso otro día.
 
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