La mente crea historias con cualquier cosa, proyectando una película que mezcla cosas del pasado y del futuro, vive en cualquier lugar excepto el momento presente.
     Hace calor, y la mente genera una película, una historia, con imágenes mezcla del pasado, días, momentos pasados… no necesita irse muy lejos, puede ser la noche de calor anterior, que se repite en esa película, una y mil veces. Y mezcla imágenes del futuro, nos empuja a mirar el pronóstico del tiempo. ¿Cuánto va a durar la ola de calor? ¡Uf! Y ahora sigue generando la película con imágenes del futuro, proyectándose sin parar, con emociones de desagrado y de rechazo a lo que es. 
     Lo mismo hacemos en invierno. Da igual la estación del año. La mente va a intentar protestar de todo, y el tiempo que hace es una de las cosas que puede utilizar para su queja incansable. 
     En un sentido la mente es como un niño pequeño que piensa que si protesta lo suficiente, si arma una buena pataleta, la realidad va a cambiar… y, claro está, la realidad no cambia por mucho que protestemos. Al mismo tiempo es una forma que tiene el ego de fortalecerse, la queja del tiempo es como decir, “yo sé mejor que la Naturaleza qué tiempo es el agradable, qué tiempo debería hacer”. El ego se ve fortalecido, pero a costa de estrés y malestar emocional. 
     Otra cosa distinta es la planificación. Puedo consultar el pronóstico del día, para planificar una excursión, para saber si voy a sacar el toldo, o a qué hora es mejor que salga de casa para pasear al perro, a qué hora salir de viaje para evitar las horas más difíciles… Puedo hacer perfectamente eso sin necesidad de la historia, de la película mental, sin necesidad de la protesta. Puedo aprovechar la ola de calor, o de frío, para que sea mi práctica de conciencia plena. Cada vez que vea que me quejo, pararé, observaré y me preguntaré cómo me siento, observaré que me siento mal quejándome y dejaré la queja a un lado. Y cuando lo hago, seré simplemente una persona sudando, o tiritando, sentada, o de pie, o caminando, experimentando esa manifestación de la Vida que se expresa como calor, o como frío. Incluso puedo dejar de llamarlo calor o frío y simplemente sentir la sensación. Y, al hacerlo, encontraré un remanso de paz emocional, como un pequeño y fresco oasis en mitad del desierto.
Share This