Mis amistades, mi pareja, yo misma, estamos entrando en esa edad en la que empiezas a preocuparte por tu salud más en serio y haces cosas para cuidarte que nunca habías hecho antes, o que no habías hecho con tanta constancia…
Así hoy entré en una librería con la idea de ojear el libro de Richard Beliveau Los alimentos contra el cáncer (libro que no tiene nada que ver con la Psicología, ni con la Neurociencia, pero que está escrito por un gran científico y cuya lectura recomiendo). En este libro he visto una estadística que me ha hecho reflexionar un poco. En el capítulo In vino veritas, al hablar de los efectos beneficiosos de los resveratroles del vino sobre la salud cardíaca muestra una gráfica, en la que se ve la mortalidad por problemas cardíacos en la peligrosa década de la cincuentena (que no se asusten los que tienen esa edad, y que se beban una copita). Según la gráfica, y según lo que muestran otros estudios que he leído sobre ese punto, el vino consumido con moderación, parece tener un papel protector. Así, la mayor mortalidad por problemas cardíacos, en esa década del ciclo vital, se da en Finlandia y los EE.UU., que son los dos países con menor consumo de esa bebida. Por el contrario, la menor mortalidad se da en Francia e Italia, que es donde el consumo medio es mayor, (recordemos que en estadística, siempre se habla de medias en la población, es decir, que a lo mejor alguien que no ha probado el vino en su vida llega a los 105 años, y un finlandés que toma su copita de buen vino francés, italiano o español, pues va y le da un infarto masivo a los 52 años y ahí se acabaron sus días). 
Yo me he preguntado, ¿Es el vino o es la cultura? ¿No influirá también que en los países mediterráneos hay una cultura de vivir más despacio, más lento, de pasar más tiempo con amigos o familiares, echando un buen rato en una terraza? En los países anglosajones, más productivos económicamente, aunque les guste y disfruten de sus vacaciones en el sur de Europa, y disfruten del estilo de vida, lo ven claramente como poco productivo. Y si no es “productivo”, ¿será una pérdida de tiempo?  
Sin embargo, es en esa “pérdida de tiempo”, no tan  improductiva, cuando “ganamos tiempo”, cuando le damos calidad a nuestro tiempo, cuando le damos vida, y eso es lo que protege nuestro corazón. Esas horas que se pasan tomando un vino, una cerveza, o un lo que sea, en compañía de tu gente, de tus buenos amigos, de tu familia, que fortalece los lazos, que genera charlas intrascendentes en las que se obtiene tanto placer. Un tiempo para charlar, para reír, para gastar bromas, para hablar de cosas serias, o para abrir el corazón… Un tiempo para que los niños jueguen… Un tiempo para sentir la brisa, el calor o el frío, el perfume de unas flores o de unos jazmines que crecen en la verja cercana… 
¿Son los resveratroles del vino o es la lentitud con la que se bebe, se disfruta y se paladea? ¿Es la compañía en la que se bebe? ¿Tiene el mismo efecto si bebo la copa sin compañía? ¿Tienen los resveratroles el mismo efecto en una pastilla? ¿Tiene el vino el mismo efecto protectos si me bebo el vaso de vino de golpe y sin paladearlo? ¿No influirá también que, en general, la cultura mediterránea es lo contrario a los fast food (comida rápida) que la cultura norteamericana nos está metiendo por todas partes? Hay un movimiento, generado por un italiano, Carlo Petrini, que intenta fomentar justamente esa lentitud, se llama “slow food” (comida lenta, sería la traducción). Promueven no sólo comer despacio, sino cocinar despacio, fabricar los alimentos despacio, vivir despacio, tienen un listado de restaurantes que se adhieren a esta filosofía, y ciudades o pueblos se están sumando también al city slow… su símbolo no podía ser otro, un caracol. Creo que en definitiva, promueven vivir. 
En fin, esas cosas pensaba yo esta tarde, y para acabar la jornada, que es sábado, he ido con mi marido a una terraza de un gallego, y me he tomado un ribeiro con una tapa… que no sólo de Riojas y de Riberas del Duero vive el ser humano. Que también otros vinos son ricos en resvividores (¿O no era así como se decía?)
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