A la mente le gusta habitar en lugares inexistentes e inventados.
Le gusta visitar el futuro, que no existe. Cuando estemos en el futuro siempre lo haremos como ‘Ahora’, sólo existe el Ahora, tal y como Eckhart Tolle explica, de forma clara y lúcida, en su libro “El Poder del Ahora”. Sin embargo, nuestra mente está más en el futuro que en el Ahora: deseando terminar esta tarea, estando en la siguiente, imaginando un futuro mejor, deseándolo, creyendo que está allí la felicidad, o temiendo por un futuro doloroso.
La mente también visita con frecuencia el pasado, ue es otra cosa que tampoco existe. El pasado cuando fue, existió como Ahora, como Presente. A eso hay que añadir que lo que recordamos del pasado no es nunca lo que exactamente ocurrió, cada uno recordamos cosas diferentes, incluso contradictorias, lo que se muestra con claridad cuando varias personas hablamos del mismo evento. La ciencia de la memoria nos dice que, además, nuestro recuerdo depende de nuestro estado de ánimo actual. Así que el pasado es una doble invención, ya no existe, y lo que recordamos no es lo que ocurrió realmente, nunca lo es.
Por si fuera poco, la mente inventa otros lugares en los que vive con frecuencia y que se ínter-relacionan entre sí.
Un lugar que la mente habita con asiduidad es el lugar inexistente del Condicional: «Si hubiera salido diez minutos antes no estaría en este atasco», es algo que no ha ocurrido, he salido a la hora que he salido y estoy en el atasco, ésa es la realidad. La única realidad. Con el ‘Si-condicional’ me enfado conmigo y con la realidad, inventándome una ficción en la que pienso que estaría mejor. Es más práctico anotar la experiencia, decir ‘mañana saldré 10 minutos antes’, y ahorrarnos todo el gasto emocional.
Otro lugar en el que suele vivir nuestra mente es el lugar de ‘debería-no debería’. Es un mundo completamente ficticio en el que pienso cómo sería yo o cómo serían las otras personas, o cómo sería el mundo. Pero No Es. ‘Los políticos deberían ser honestos’, ‘yo debería ser más puntual’. Utilizamos nuestro dedo acusador y enjuiciador, hacia afuera y hacia dentro, con crueldad, viviendo en una fantasía que no existe y que, a buen seguro, no coincide con la fantasía de mi vecino, porque cada uno pensamos que el mundo ‘debería ser’ de una manera diferente.
Y, finalmente, el quinto lugar en el que la mente habita con frecuencia, muy relacionado con el de ‘debería-no debería’ y con el ‘si-condicional’ es en la vida de los demás. Pensamos en las vidas ajenas, en lo que esas personas deberían hacer o no hacer, pensar o no pensar. O miramos a esas personas con deseo o envidia, ‘si yo tuviera una pareja así…’, ‘si yo tuviera un coche como ese…’, ‘si yo tuviera un cuerpo como ese…’. Vivimos las vidas ajenas y, como dice Byron Katie, cuando vivimos las vidas ajenas, ¿quién se queda viviendo la nuestra? Nadie. Dejamos nuestra vida, sola, abandonada, arruinada, inconsciente.
Y lo hacemos porque vivimos constantemente en esos cinco mundos irreales, en lugar de vivir en el único mundo posible, la única vida posible, en lo único que Es: Yo, Ahora.
Q bien me ha venido tu aportación, Yolanda!!! Q gran verdad y casi nunca le hacemos caso :(. Muchas gracias p compartirlo, q gran relagalo!!!!
Un abrazo!!
Gracias, Ana, me alegro de ser de ayuda.
Q bien me ha venido tu aportación, Yolanda!!! Q gran verdad y casi nunca le hacemos caso :(. Muchas gracias p compartirlo, q gran relagalo!!!!
Un abrazo!!