En nuestra vida el acento está puesto siempre en lo racional y mental. La vida, los acontecimientos son vividos desde la interpretación, desde el juicio mental. Nos vemos a nosotros mismos y a todo, desde ese juicio imparable. Si bien, la capacidad de análisis y razonamiento es sumamente importante en el ser humano y nos ha permitido grandes logros, nuestra vida está desequilibrada pues no compensamos con tiempo en el Ser, en la Presencia. El tiempo en el Ser es un tiempo de calidad, un tiempo vivo, porque la vida se percibe sin juicios ni críticas. Nos percibimos a nosotros mismos desde ese espacio libre de filtros. Es un espacio de conciencia y de amor, increíblemente amable. Es un espacio de paz.
Es importante que aprendamos en nuestra vida a compensar y poder conectar con el Ser que somos más a menudo. Para ello no es necesario una meditación de 50 minutos. Las meditaciones largas son extraordinarias, pero es muy eficaz aprender a entrar y salir de ese estado de Ser con frecuencia a lo largo del día. De tal forma que nunca haya una desconexión completa del Ser y de la Conciencia, esté siempre presente.
Cuando hayas practicado unas cuantas veces este ejercicio, lo podrás hacer en cualquier sitio, en cualquier lugar, sin necesidad de ninguna guía. Un tiempo de espera en el autobús, o en el metro, puede convertirse en un delicioso tiempo de conexión con la Conciencia y la Vida.
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