En la encuesta realizada a finales de abril el 37,5% de las personas que respondieron experimentaban emociones de rabia, frustración, impotencia. 

En el YouTube Live del viernes 22 (ver entrada anterior), expliqué muchos aspectos emocionales y mentales relacionados con estas emociones y cómo trabajarlos. 

Como siempre he separado la meditación para poder utilizar el ejercicio más fácilmente cuando lo necesitemos.

Aquí sólo añado unos datos más ‘fríos’, más mentales, para las personas a las que les pueda interesar, sobre las emociones en la familia de la Rabia, tal como dije que haría en la charla del viernes.

En los niveles más altos, por encima de la Rabia o Enfado, tendríamos la Ira, la cólera, el odio (que puede ser a una persona o a una conducta de una persona, o un hecho de la vida, como ahora el Coronavirus), la venganza, el alegrarse del mal o daño ajeno. Cuando la rabia y el odio se instalan de forma crónica tenemos el Resentimiento o Rencor que es una emoción de odio enfriada y mantenida en el tiempo, pero puede contener una energía de negatividad sumamente densa y destructiva y autodestructiva. Tanto el odio como el rencor se pueden manifestar como Hostilidad, y de forma más suave como Animadversión, viendo a la otra persona o situación como nuestra enemiga y reaccionando a ese ataque. En este mismo grupo de familia de Rabia tendríamos la Envidia, en la que se ve a otras personas que tienen algo que consideramos que deberíamos tener nosotros. Y los Celos en los que desconfiamos continuamente de que aquello o aquella persona que creemos que es de nuestra posesión, nos pueda abandonar. Estos celos no se dan sólo en parejas, sino que son frecuentes en familias, hermanos o grupos. 

Una mención aparte merece la Indignación, porque en ella la persona puede expresar Enfado o Ira (según la intensidad), pero lo hace con mucha vehemencia y con un convencimiento extremo de estar en lo cierto. 

La Amargura contiene esa misma característica de cronificación, con la cual la persona, que siente que es tratada injustamente, o que lo ha sido en el pasado, tiñe de esa energía, tremendamente negativa, su vida y la de otras personas, hasta el punto que podemos decir «es una persona amargada», es decir, que llegamos a identificar a la persona con la emoción. Cuando se vuelca contra uno mismo la Rabia se convierte en Culpa siendo también tremendamente destructiva y no ayudando al cambio de conductas que nos permitirían una vida con más paz y felicidad. 

Cuando la Rabia tiene un tinte más bajo, más suave, tenemos la Irritabilidad, la Crispación, en la que se producen de forma continua pequeños chispazos de enfados y molestia y contracciones del cuerpo y la mente. También la emoción de Fastidio, de Molestia, el Malhumor, que es un estado en el que la persona está protestando siempre por todo. En este tono más bajo de Rabia tenemos también la Impaciencia, que se basa en la creencia de que el objetivo debería haberse conseguido ya, en el pasado. En este tono ‘bajo’ de Rabia, y mezclado con mucha Inseguridad y Vulnerabilidad estaría la Susceptibilidad y el Estar a la Defensiva, que suele tener como base la proyección del pasado en el Presente, y la visión distorsionada de la realidad actual. Aquí también tendríamos la Desconfianza, en la que se espera —sin fundamento— que la otra persona o acontecimiento vaya a evolucionar de forma negativa, o vaya a emitir una conducta perjudicial para nosotros, esta emoción puede estar relacionada también con los celos. No hay que confundirla con un diagnóstico negativo basado en la lógica y en las probabilidades. 

Hay una energía natural y sana en personas y animales que tiene como objetivo orientar nuestro propósito en una dirección, cuando no podemos lograrlo, entonces experimentamos Frustración. Y cuando hagamos lo que hagamos no conseguimos nada sentimos Impotencia, que es otra emoción que tiene unas características muy autodestructivas. Cuando esta energía se estanca, y está basada en el ego y sus miedos e inseguridades se convierte en Terquedad, Cabezonería, Obstinación. Estas emociones hay que distinguirlas de la Determinación que viene del Ser, de la Voluntad y del Amor. Cuando esa energía está en falta tendríamos problemas de Falta de Asertividad y Falta de Decisión, que suelen tener soterrada una rabia interna, de culpa y frustración muy grande. 

Cuando la persona se cree siempre, en la posesión de la verdad, y se ve por encima de los demás, podemos tener Soberbia, Orgullo, Vanidad, en los que la rabia se mezcla con desprecio (emoción que tiene su origen en la emoción primaria de Asco). 

Mención aparte merecen el Estrés y la Prisa, que tienen una combinación muy grande de inseguridad, “no me da tiempo”, y de rabia “me debería dar tiempo”. 

Y, por último, la Indiferencia merece una mención especial, pues suele ser considerado de forma positiva cuando es una emoción negativa disfrazada de aparente calma, pero en la que hay un desprecio disimulado (rabia + asco). 

Muchas gracias por vuestro seguimiento.

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