Esta práctica es muy poderosa y puede marcar una diferencia importantísima en cómo vives tu vida y en la práctica de tu meditación, si ya meditas: 
     Observa tus pensamientos, la voz dentro de tu cabeza, la cháchara mental, con tanta frecuencia como puedas. Presta especial atención a cualquier patrón de pensamiento repetitivo, a esos pensamientos que se reiteran un día tras otro. Te darás cuenta de que la mayoría de los pensamientos son muy repetidos, martilleantes, que la mente es cíclica y obsesiva. Mantente allí como presencia que atestigua. Observa los pensamientos imparcialmente, no participes (no los alimentes dándoles más argumentos, más energía), no juzgues (no los rechaces, no los bloquees diciéndote ‘¡qué horror! ¡no quiero pensar en esto!’). Si participas o los juzgas otra vez te has identificado con los pensamientos, te has dejado arrastrar por ellos. No los rechaces como si fueran malos, no los persigas, no los creas, como si fueran verdad. 
     En Oriente solían utilizar la imagen de ponerse en la orilla de un río y observar la corriente, sin dejarte arrastrar por ella, pero sin bloquear el flujo del agua. Una carretera moderna, tal y como nos propone Andy Puddicombe en los vídeos de Headspace, puede ser una imagen más fácil de comprender para un occidental (ver abajo el vídeo del Tráfico Mental de Headspace y debajo la traducción al castellano). Nos colocamos en la orilla de la “carretera del tráfico mental” y observamos lo que ocurre. Cada coche representa un pensamiento, una emoción… Lo que tenemos que hacer es observar, sin parar el tráfico, sin bloquear ni juzgar el pensamiento (¡no quiero pensar en esto! ¡No quiero sentir esto!), ni tampoco perseguirlo, (porque sea agradable o porque piense que ‘tengo razón’); es decir, sin perseguir los pensamientos como los perros que persiguen las ruedas de los coches. 
     Al ser el testigo en la orilla de la corriente mental eres la Conciencia que observa. Eres consciente no sólo del pensamiento, sino de ti mismo como testigo del pensamiento. Hay una conciencia por debajo o por detrás, o por encima, del pensamiento. Esta Conciencia no es pensamiento, no es mente. 
     Al no identificarte con el pensamiento le restas energía. No lo alimentas identificándote con él, persiguiéndolo o bloqueándolo (cuidado, que al bloquearlo también le da energía). Lo observas siendo la conciencia testigo, sin identificarte con él. Esta práctica es el fin del pensamiento obsesivo y compulsivo. 
     Puedes realizar esta práctica durante tu meditación. Pero donde encontrarás que genera un cambio realmente transformador es cuando la realizas en tu día, en tu vida cotidiana. Siempre que te acuerdes, cuantas más veces al día mejor, aunque sea durante unos segundos, sé la Conciencia que observa los pensamientos. Eso va generando brechas de no-pensamiento, de silencio y quietud en tu mente. Esas brechas al comienzo serán cortas, de apenas unos segundos.  Se irán alargando y empezarán a durar minutos, y llenarán cada vez más espacio en tu vida cotidiana. De hecho, ya tienes brechas sin pensamiento, de silencio, sin cháchara mental, si no, no estarías leyendo esto… lo que ocurre es que no eres consciente de ellas. Quizá se dan con más facilidad cuando estás en contacto con la Naturaleza como describí en “La Mente Silenciosa” (http://linkcerebromente.blogspot.com.es/2015/01/la-mente-silenciosa.html), o cuando tienes un recién nacido en brazos, o cuando tu gato ronronea sobre tu pecho… Es importante ser consciente de esas brechas sin pensamiento.
     Sabrás que lo estás haciendo bien, cuando notes una sensación de paz y de calma, de serenidad, independientemente de lo que pase en el día. Porque entonces ya no será un ejercicio que estás haciendo sino una Conciencia que estás siendo. Puede ser un día difícil, puede haber dolor, o enfermedad, o duelo, pero puedes seguir notando esa serenidad de fondo. Al comienzo, ese contacto con esa serenidad irá y vendrá; pero se irá haciendo cada vez más constante y fuerte. A veces también vendrá una sensación de profunda e intensa alegría, que resulta muy sorprendente al comienzo, porque no sabemos de dónde viene: es la Alegría del Ser, la Alegría de la Fuente de la Vida, de la Vida-Una de la que comienzas a ser consciente. No viene de fuera de ti, viene de dentro de ti. Sólo Tú eres la Fuente de la Verdadera Felicidad.
https://youtu.be/iN6g2mr0p3Q
     Traducción del vídeo: “Entrenar la mente es bastante diferente de lo que la gente suele pensar que es. Quizá tengan la idea de que es parar pensamientos, o eliminar emociones. Pero en realidad es un poco diferente, una forma fácil de comprenderlo es imaginarte sentado a la orilla de una carretera con bastante tráfico. Los coches que pasan representan los pensamientos y las emociones. Y lo único que tenemos que hacer es sentarnos ahí y observar los coches. Parece fácil, ¿verdad? (-¡Claro! dice el ‘muñequito’). Pero lo que normalmente ocurre es que nos sentimos alterados por el movimiento del tráfico. Así que rápidamente saltamos en mitad del tráfico y lo intentamos parar (el personaje de la animación para dos coches que llevan emociones negativas, rabia y miedo), o quizá lo perseguimos (el personaje corre detrás de dos coches que representan el amor y la relajación). Olvidándonos que la idea era sentarnos en la orilla. Y, por supuesto, todo este correr por ahí aumenta nuestra inquietud en la mente. Entrenar la mente es cambiar nuestra relación con los pensamientos y emociones que pasan, aprender a verlos con un poco más de perspectiva. 
     Y cuando hacemos esto, de forma natural, encontramos un lugar de calma. ¡Pero que a veces se nos va a olvidar cuál era la idea y nos vamos a distraer!, ¡por supuesto que lo haremos! Pero tan pronto como lo recordemos ahí estaremos, otra vez en la orilla de la carretera, simplemente mirando el tráfico pasar, perfectamente relajados/as en cuerpo y en mente.” 
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