Una cosa que nos sorprende cuando hemos vivido una experiencia dolorosa emocionalmente, traumática o especialmente difícil, es que cuando pasa el tiempo y estamos bien, de vez en cuando todavía viene una ‘ola emocional’ de lo que pasó. Esta ola puede estar ocasionada por algún evento que, incluso siendo algo pequeño y aparentemente sin importancia, puede actuar de disparador de aquello que ocurrió y que, en realidad todavía tiene una estela emocional no resuelta. Sin embargo, a veces, para nuestra sorpresa, a veces no hay ningún disparador que podamos identificar, y esa ola emocional parece venir de la nada. Aunque parezca algo absurdo, estas oleadas emocionales tienen un sentido y una explicación.
En un Mundo Físico las Leyes que Rigen lo Mental También son Físicas
Vivimos en un Mundo Físico. En este mundo físico hay leyes que limitan y constriñen al mismo tiempo que generan margen para la creación de la Vida. Por ejemplo, debido a la ley de la gravedad, si nos tiramos de un acantilado de 200 metros nos vamos a matar… necesitamos respirar el oxígeno en el aire, no podemos hacerlo en el agua… tenemos que comer para alimentar el cuerpo y mantenerlo… o tenemos que dormir para que descanse.
Bien en este mundo las formas de energía se transmiten por ondas, la luz, el sonido, la electricidad… son ejemplos claros. La actividad de nuestro cerebro, por ejemplo, también produce ondas, que pueden ser más o menos amplias, más o menos rápidas y que determinan o acompañan nuestros diferentes estados de conciencia. Pues bien, es mi idea que la actividad mental, no sólo la actividad eléctrica cerebral —que sería una pequeña parte de la actividad mental— se transmite también por ondas.
El Impacto Inicial de un Evento Emocional Importante o de un Trauma: Fase Cero
Cuando vivimos un Evento Emocional que es muy fuerte e impactante, como pueda ser una trauma o una situación difícil que se mantiene en el tiempo, esta situación se puede parecer a un maremoto, a un derrumbe de rocas o de una montaña en un lago, o al paso de un barco más o menos grande. Según lo grande e importante y destructivo del evento emocional nos servirá mejor una metáfora u otra.
Si imaginamos una situación muy traumática en la que haya diferentes componentes, se va a parecer más bien a un derrumbe de rocas o de una montaña en un lago. Puede parecer exagerado, pero en Noruega o Alaska hay fiordos en los que en el pasado se ha hundido parte de una montaña ocasionando tsunamis devastadores, que han causado más o menos daño dependiendo de lo habitada o deshabitada que estuviera la costa. Un tsunami de este tipo genera no sólo una ola gigantesca, sino multitud de olas que chocan con las paredes del estrecho fiordo, rebotando una y otra vez. Un barco en mitad del fiordo tendría muchísimos problemas para mantenerse a flote.
Bien, esa metáfora nos sirve para describir la enorme cantidad de olas emocionales, caóticas y diferentes, que invaden a una persona cuando se produce un acontecimiento que podríamos calificar como devastador en su vida, puede ser la muerte de un hijo o hija, puede ser la muerte de tu pareja y a la vez perder la casa o quedarte sin empleo… pueden ser varias muertes familiares en un sólo accidente, o ahora durante el Covid. La sensación es que apenas te repones de una ola emocional cuando viene otra vez la misma, u otra diferente: tristeza, rabia, incredulidad, shock, pánico, aturdimiento, dolor desgarrador, se van sucediendo uno detrás de otro a una velocidad demasiado grande como para que la persona se pueda reponer con facilidad o pueda conciliar el sueño.
Olas Emocionales de la Fase Uno
Poco después las olas emocionales van adquiriendo cierta organización (la tenían desde el principio, era un caos perfectamente ordenador y regido por leyes físicas). Esta organización de las olas nos permite identificar, dentro de la amalgama emocional que se sigue produciendo, emociones predominantes. En la fase de Rabia por ejemplo, las olas emocionales que vienen son, fundamentalmente, de rabia, por ejemplo.
En esta Fase Uno las olas son todavía muy fuertes (muy amplias), y muy seguidas, todavía casi no podemos descansar entre una ola y la siguiente.
Olas Emocionales de la Fase Dos
Poco a poco las olas emocionales se van haciendo cada vez menos intensas (menos amplias), y menos frecuentes. Entre una oleada emocional y la siguiente nos queda un espacio de tiempo, cada vez más largo, en el que hay calma e incluso la persona vuelve a reír. Al comienzo es algo que sorprende, pero poco a se va dando cada vez más. Cada vez menor intensidad y menor frecuencia.
Si dejamos que el proceso siga su curso natural esto es lo que irá ocurriendo. Sin embargo, podemos interferirlo sintiéndonos mal por sentirnos bien, sintiéndonos culpable… lo que genera nuevas olas provocadas por nuestra propia mente, por la endoculturación y condicionamientos que tenemos.
Olas Emocionales de la Fase Tres
Cada vez las olas son menos intensas y menos frecuentes. La mayor parte del tiempo hay paz y calma, seguimos con nuestra vida. Puede ocurrir que una fecha, por ejemplo, o un acontecimiento, como una mudanza, un ascenso, o un nacimiento, o una boda, nos haga recordar un poco esa pérdida sufrida, pero ya con una intensidad mucho menor. También puede ocurrir, como decía antes, que sin razón aparente venga una oleada emocional, aparentemente de la nada. ¿Qué es lo que ocurre?
Bien, podemos seguir con la misma metáfora de la montaña que se ha precipitado sobre el lago o el fiordo. Pero eso nunca lo hemos visto. Así que nos va a ayudar para comprenderlo algo que hemos visto alguna vez en nuestra vida: el paso de una lancha motora o moto de agua por una playa o un lago. Imagina que estás en la orilla. A una distancia ves cómo pasa la lancha motora, depende de lo lejos que esté, las olas que produce su paso tardarán más o menos en llegar. Una vez que alcanzan la orilla, al comienzo llegarán muy seguidas, con fuerza e intensidad. El lago sereno de repente tiene oleaje.
Poco a poco el oleaje se calma. Las olas cada vez son más pequeñas, más suaves, menos frecuentes. Finalmente, el lago está en calma, la lancha se ha perdido de vista. Pero si permaneces en la orilla, de vez en cuando verás como, de repente, viene una pequeña ola de nuevo. Estas pequeñas olas continuarán aún, cada vez más pequeñas, cada vez más distantes hasta desaparecer del todo. Todo el proceso completo lleva un tiempo, puede ser que creas en un momento que ha terminado ya, pero no, aún no lo ha hecho.
Eso es justamente lo que ocurre con las oleadas emocionales. Hasta que se pasan del todo, hasta que desaparecen, —aún en el mejor de los casos en los que las recibimos y no interrumpimos su proceso o reforzamos el oleaje—, van a necesitar un tiempo.
Ten paciencia. Ten Amabilidad.
¿Puedes hacer algo para ayudar en el Proceso? Desde luego que sí. Cuánto más grande sea el lago, cuánto más ancho sea el fiordo, más espacio tiene la ola para pasar sin generar daños. Es decir, cuánta mayor es nuestra capacidad de acoger lo que viene, con plena Conciencia y Aceptación, menor será el daño emocional. No que no exista, sino que será menor y que podremos responder adecuadamente creciendo interiormente, ensanchando nuestras fronteras mentales. Si las estrechamos, si respondemos estrechando el fiordo, estrechando nuestra mente con el rechazo, el daño será aún mayor. ¿Podemos ensancharlo? Sí, podemos, no va a ser fácil, no va a ser trabajo de dos días, pero podemos. Merece la pena.
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