El viento sigue siendo helado y el frío golpea duro la piel y los huesos.
Aún así, el ojo observador y el corazón atento perciben la energía que se anima bajo la tierra.
Los pequeños brotes que tímidos, silenciosos, empiezan a surgir.
Las primeras flores que desafían las heladas.
Los días que van alargándose, el mirlo que vuelve a cantar, antes del amanecer, en la madrugada helada, antes de que llegue la calidez del buen tiempo.
De igual forma, el ojo observador y el corazón atento percibe una nueva energía en la Familia Humana.
Es aún tan inicial, tan sutil, que para muchos pasa desapercibida. La mayoría siguen percibiendo el golpe frío de la guerra, la destrucción, la barbarie, la violencia, la desigualdad, el hambre, el maltrato, el planeta en peligro… nosotros mismos en peligro. Y es que todo eso sigue estando ahí.
Pero, al mismo tiempo, cada vez es más fuerte la calidez de una nueva energía: la cooperación, la amistad, la participación, la ayuda mutua… Gente ayudando a gente. Gente con mayor conciencia. La conciencia plena, la amabilidad, que se introduce, poco a poco, en las escuelas. Gente ayudando a otros seres no humanos, al planeta, a la familia de seres que compartimos esta gran y hermosa casa.
Aún así no está garantizado el resultado. De estarlo no habría evolución, no habría aprendizaje.
Pero si miras con atención, si abres tu corazón, percibirás esta energía, esta primavera de la conciencia humana.
Si te preguntas ¿Está la Humanidad preparada para esta Conciencia Plena? Cambia ligeramente la pregunta: ‘¿Estoy yo preparado o preparada para esta Conciencia Plena?’
¿A quién espera esta Primavera? A ti.
¿De quién depende la llegada de esta Primavera? De ti. Solamente de ti.
La única Conciencia que depende de ti, es la tuya. El único cambio que depende de ti, es el tuyo. La única Vida que puedes vivir, es la tuya.
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