En estos días pasados de fiestas, comilonas, atracones, regalos y gastos —seguramente, no tan excesivos este año como otros— el “amor” y el “te quiero” pueden haber estado en todas partes. Pero, ¿qué es eso del amor del que todo el mundo habla y nadie logra definir o apresar con palabras? ¿Es enamorarse? ¿Es el apego, el vínculo? ¿Está controlado por las hormonas y la química de nuestro cerebro? ¿Puede existir un amor que dure “para siempre” como anhelan los corazones de casi todo ser humano? Quizá la poesía ha logrado encontrar palabras más acertadas para el amor que la ciencia, y está bien que así sea, no creo que todo deba ser reducido a una sóla forma de conocer y de experimentar el mundo.
He aprendido mucho del AMOR en estos años que llevo vividos. Del AMOR, con letras grandes, con mayúsculas, y del amor, con letras pequeñas, con minúsculas. Yo diferenciaría entre los dos “amores”. Son diferentes… y son fáciles de confundir. Hay un anhelo, una necesidad, un impulso en todo ser humano que lo lleva a buscar ese AMOR. He aprendido mucho sobre esos dos amores en mi vida, de mis padres, con mi pareja, con mis amigos… He aprendido mucho de esos dos amores con mis pacientes y sus vivencias, el dolor de no haber sido amado, el dolor de dejar de serlo, el gozo de amar y ser amado, el amor imposible de describir hacia un hijo, el amor de esas parejas que llegan a viejos juntos, queriéndose con ternura, conociéndose, adivinándose, cuidándose mutuamente… Aprendí muchísimo del AMOR, cuando mi padre estaba enfermo y le cuidamos antes de su muerte, lo aprendí de él, que nunca decía “te quiero”, y de mi madre y mis hermanas, que sí lo dicen, y de mí misma. Gracias por esta gran oportunidad. He aprendido una barbaridad de mis padres, de mis amigas y amigos madres y padres, de mis pacientes madres y padres, especialmente de aquellos que han perdido un hijo. El dolor por la pérdida de un hijo es tan enorme, tan indescriptible, tan inimaginable, que ni siquiera tiene palabra para nombrarlo. La persona que pierde un padre se queda huérfano, el que pierde a su pareja se queda viudo, pero no hay palabra para describir el dolor de un padre que pierde un hijo. Escribí este texto sobre el AMOR para una de mis pacientes que ha perdido un hijo. Ella me dice que le he ayudado mucho. No es científico, es personal, poético, un resumen de cosas que he aprendido en mi vida, y de cosas que he leído sobre el AMOR y me han impactado. Lo pongo en el blog, después de estos días en que más de una persona habrá perdido algún ser querido, o habrá echado de menos a alguien que ya no está. Algo que nadie quiere mencionar en estas fiestas… Pero quizá alivie, aunque sea un poco, el corazón de alguien más. Con esa intención lo comparto:
El AMOR es una energía diferente a las emociones. Las emociones van y vienen, cambian, por intensas que puedan ser en un momento, terminan disminuyendo y surgen otras. Sin embargo, el AMOR no cambia, ni disminuye, ni desaparece. Nunca se extingue. No es el deseo, no es la pasión, no es el apego, no es la dependencia emocional, tampoco es el cariño, ni es el enamoramiento, aunque a menudo lo confundimos con esas emociones, que tienen una energía que se le parece, aunque remotamente, mucho más débiles e inconstantes.
No se puede enseñar, no se puede aprender, no se puede comprar, no se puede generar cuando uno quiera. Surge o no surge, sin que se pueda forzar ni reprimir. Las experiencias vividas con una persona pueden facilitar que surja el AMOR, pero no lo garantiza. Cuando surge en una persona el AMOR por algo o alguien nunca se destruirá. La muerte física no tiene ningún efecto sobre el AMOR, porque no depende de la realidad física donde tenemos nuestra conciencia actual. Aunque no vuelvas a ver a la persona amada, tu AMOR hacia ella seguirá intacto. Te hace bien estar con la persona que amas, te sientes bien, más completa, pero no dejas de amarla aunque no la veas durante el resto de tu vida.
El tiempo, el espacio, son realidades físicas que deben ser repartidas, como el dinero o las posesiones. Necesariamente tienes que repartir tu tiempo entre las personas queridas, tienes que repartir el espacio de tu casa física entre las personas amadas que la comparten. Sin embargo, el AMOR no se reparte, no disminuye. Cuando nace un segundo hijo, no dejas de querer al primero un poco porque necesites dar parte de tu amor al segundo. Tendrás que repartir tu tiempo entre los dos, pero no tu AMOR.
Mientras otras emociones, incluso las positivas, pueden desbordarse y causar dificultades para poder regularlas, el AMOR nunca se desborda. Su energía no cambia, no se altera, siempre serena, siempre te llena. Brilla permanentemente.
Podemos mirar, a veces, hacia otro lado, atraídos o raptados por las luces de colores de otras emociones y otras vivencias. Pero cuando miramos en la dirección adecuada, la luz del AMOR seguirá brillando en nuestro interior, como siempre, para siempre.
Gracias María José, me alegro de que te sea útil. Compártelo.
Gracias Yolanda por tu escrito, yo también tengo pacientes incosolables por la pérdida de un hijo y creo que tus palabras las pueden ayudar bastante, poner palabras a esos sentimientos que son incapaces de expresar y que creen incapaces de comprender por los demás.
Un abrazo
Gracias Fernando. Espero que tu vida, vuestra vida y nuestra vida brille cada vez con más Amor. 🙂
Querida Amiga, muy bonito y desbordante de Amor, gracias por tus palabras que comparto. Te Amo, un abrazo.